bebe con doudou y anilla para dentición en las manos

Parto de la base que ya conoces nuestro DOUDOU IBAI, pero si no es así te invito igualmente a que sigas leyendo y descubrirás su historia.

Nuestro doudou se llama IBAI en agradecimiento al peque de 7 meses que me inspiró para crearlo.

Ibai ahora ya tiene 4 años, pero hace más de 3, tan solo era un bebé de 7 meses curioso, que exploraba el mundo con una mirada despierta y alegre.

Conocí a Ibai en una barbacoa en casa de un amigo, esas típicas comilonas en las que el anfitrión es una persona muy querida, muy sociable y que invita a quien quiera unirse a la fiesta. Así de majo es nuestro amigo Isra.

Allí conocimos a Marisa con su pequeño Ibai. Yo en aquel momento, llevaba súper poco con mi marca, apenas 9 meses.
De hecho, en ese momento, el no tener mis propios hijos me traía un poco de cabeza, me hacía incluso sentir un poco insegura por no haber experimentado, de primera mano, la maternidad ni conocer que accesorios me habrían podido ayudar durante el embarazo o después con un peque.

Por este motivo, desde el primer día en que cree TANANA, cuando tengo ocasión, observo, pregunto y escucho a todas las madres o embarazadas que me brindan su tiempo. ¡Y ese día Marisa me regaló su tiempo y el de su bebé, dándome la oportunidad de jugar con él, observarlo, ver que hacía, qué captaba su atención, que cosas le gustaban más…

¡Me quedé fascinada con Ibai, por qué de verdad que era para comérselo a bocados!

Ibai estaba en plena época de dentición, todo, absolutamente todo iba a la boca. Recuerdo que cogió una ciruela, ay! madre… viva el #blw jajaja, babitas a tope, su madre me dijo que aún tenía algo de dolor de dientes de vez en cuando.

Otra cosa de la que me percaté fue que Ibai andaba buscando todas las etiquetas de las camisetas de cualquier persona que lo sostuviera en sus brazos. Andaba loco por estirar todas las etiquetas o cualquier cosa de fácil agarre que sobresaliera, era supergracioso.

Era un pequeño explorador. Alucinaba con cada textura nueva que tocaba, ya fuera la de la ciruela (la ciruela ya en forma de papilla aplastada por todos lados), las etiquetas… Hasta la rugosidad y relieve de la hoja de una planta llamó la atención. Flipaba con las diferentes texturas, las tocaba, observaba, se emocionaba, se reía, las empezaba a zarandear loco de emoción.


Ibai me enamoró. En aquel momento aún no lo sabía … pero acababa de nacer mi #doudouibai.

Yo me fui a mi casa contenta por haber pasado un día genial, como con todas las comilonas y fiestas en casa de nuestro amigo Isra. Pero sin más, no le di más vueltas. No tenía pensado crear un doudou. De hecho, no tenía en mente crear ningún patrón nuevo en ese momento.

Ese domingo me fui a dormir como cualquier otro día, pero a las 4:00 de la madrugada…. ¡PUM! ¡me desperté!

Quien me conoce sabe que esto es algo muy raro en mi, duermo como una marmota y muchas horas. No tengo insomnio ni por asomo…

Pues ahí estaba yo, la persona más dormilona del planeta despierta a las 4 de la madrugada con una intranquilidad en el cuerpo y ansiosa por levantarme y empezar a crear algo.

Quería dibujar, sin saber muy bien el que, pero quería coger papel y lápiz y dibujar….
Empecé a dibujar en mi mente… pero no conseguía darle forma… al cabo de pocos minutos, que obviamente a mí me parecieron eternos, me levanté.

Dibujé y dibujé mil versiones, dibujar….dibujar…dibujar…recortar…volver a dibujar…borrar…dibujar….recortar…borrar….dibujar….(modo bucle),
¡y así hasta las 7 de la mañana, que es cuando me puse a coser el primer prototipo!

Inconscientemente pensé en Ibai, pero de repente, lo hice conscientemente.

Era increíble como un pequeño de 7 meses podía alucinar tanto con simples cosas cotidianas. Hacer que se entretuviera con las etiquetas de nuestra camiseta, una ciruela o simplemente dándole una hoja de una planta. Estábamos en el sitio y en el entorno ideal para ello, pero no siempre es así, cada día no es domingo y estamos disfrutando de comilonas en un entorno verde y bonito como es la casa de nuestro amigo Isra.

¿Podría diseñar algo que ayudara a los pequeños como Ibai a disfrutar, descubrir, explorar y experimentar en cualquier momento?

Pensé en todo tipo de opciones de juguetes sensoriales que ya existen… por lo que no estaba inventando nada nuevo…

Pensé también en que si una cosa tienen los niños de hoy en día son demasiados juguetes…

Pensé también en que la durabilidad de los juguetes o las cosas de bebés, en general, es muy corta, ya que ellos crecen muy rápido.

Tenía que crear algo que pudiese crecer igual que los peques, evolucionando y adaptándose a las necesidades de cada etapa. Todo un reto, ¿no?.

Tuve que dejar de pensar en el Ibai que ya tenía 7 meses, y pensar cómo podía hacer para que un juguete sensorial pudiese estar presente desde el primer día, o incluso mejor…. antes…

UN DOUDOU

El doudou suele ser el primer peluche o manta de apego que va a tener el bebé y acaba siendo muy especial para ellos. De hecho, lo más común es que los niños acaben generando un vínculo emocional con su doudou.

¿Podría diseñar un doudou que fuera un poco más allá, y que no solo le acompañara, en el tiempo, por el apego generado los primeros meses de vida?
¿Podría diseñar un doudou que evolucionase con nuestro peque?
¿Podría diseñar un doudou que estuviese allí para las «primeras veces»?
¿Podría diseñar un doudou que hiciera alucinar a nuestro peque como lo hacían las diferentes texturas y etiquetas a Ibai?
¿Podría diseñar un doudou que recogiera todas las babitas?
¿Podría diseñar un doudou que también sirviera para la época de dentición?
¿Podría diseñar un doudou que enamorase?

Parece que después de estrujarme bastante el cerebro lo conseguí…

Aún recuerdo con mucho cariño aquel primer prototipo. Fue con una tela azul y blanca a rayas. Salió un doudou muy marinero 😉
¿Lo queréis ver? Pincha aquí

Mi primer doudou… puro chute de inspiración y energía que me regaló Ibai. Así es que cómo no podía ser de otra manera #doudouibai se tenía que llamar.

Fue publicarlo en redes ese mismo día y no hemos dejado de hacer #doudousibai desde entonces.

Es uno de nuestros productos más representativos que casi 4 años más tarde sigue sorprendiendo a quien no lo conoce, tiene un «no sé qué» que enamora, en cualquier color o estampado. Para mí esto es el mayor de los regalos. Supongo que es la recompensa por crear algo, conscientemente, pensando en la realidad de muchas familias y bebés.

¿Queréis saber un último dato curioso?
La comilona donde conocí a Ibai fue en casa de nuestro amigo Isra en Canet de Mar. En aquel momento yo vivía y tenía mi taller en Barcelona, y la única relación con este pueblo eran esas visitas puntuales a nuestro amigo.

No sé si ha sido el destino o casualidades de la vida, la próxima semana va a hacer dos años que yo también vivo en Canet de Mar.
Mi taller y mi marca tal y como la veis ahora es gracias a Canet de Mar, y todos los #doudousibai los confecciono a tan solo 15 min andando de donde empezó todo.

Hasta aquí la historia del doudou Ibai y sus curiosidades, ahora te invito a que lo veas AQUÍ

Gracias por leerme.

Un abrazo,

Cristina

 

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